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Qué felicidad saber que lees a la que fui el siglo pasado

Qué felicidad saber que este libro que fui escribiendo por entregas semanales a finales del siglo pasado para la sección cultural de un periódico con circulación sólo en México, siga diciéndole algo a un joven lector que se pasea por la Gran Vía de Barcelona.  

►«El hereje de la novela de Huacuja del Toro, ya en el primer párrafo, se desgaja, sedicioso, de la narración que le da vida (en un gesto muy unamuniano), y se adentra en las grutas, por aquel entonces todavía intrigantes, del recién llegado internet. Esto, aunque no sea nuevo, ya es un gesto refrescante e inesperado. Divertido y bien escrito, el libro también es una crítica adelantada a los peligros de internet, al mal uso que se puede hacer de internet (y por extensión de cualquier pieza de tecnología), y en ese sentido, como libro sobre internet, me parece mejor y más interesante (y más acertado) que, por ejemplo, el ensayo Internet Safari, de Noel Ceballos, entre cuyas páginas se aprende poco y reafirma mucho.

 ►   »Porque, además, Huacuja del Toro no sólo es de las primeras en advertir de esos peligros, de lo mucho que nos puede modificar la intención –o directamente empeorarla cuando se actúa bajo el amparo de la red, y cómo eso puede viciar algunas actitudes– es que la autora aprovecha para describir actitudes humanas, convicciones y comportamientos que tienden a exacerbarse y enrarecerse en esa bruma protectora que es la Red. La crítica a la Red se entrecruza con el análisis del comportamiento humano, del empecinamiento sordo de nuestras convicciones. Como si se retroalimentaran, esas pasiones. Como si internet las fomentara.

►»El final de la novela, que no desvelo, es un giro divertido y para mí inesperado. Qué bien haber descubierto esta novela de ciencia ficción (¿social?), ambiciosa pese a su brevedad, y de una vigencia que no tiene nada que ver con la arbitrariedad de la predicción de los avances tecnológicos.»

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