top of page

"Es Pablo-Mático": Picasso y la cultura de la cancelación

►SOBRE LA CULTURA DE LA CANCELACIÓN EN EL ARTE ►Por mi cumpleaños, mis amistades me invitaron a cenar y a visitar, en el gran museo de Brooklyn, la exposición ES PABLO-MÁTICO (It’s Pablo-Matic) sobre el machismo de Pablo Picasso, curada por la comediante feminista y activista australiana Hannah Gadsby, cuyo show de cabaret político Nannette también había visto yo antes de la pandemia.

La expo está divertidísima, una necesaria regañiza furibunda que bien podría llamarse también Trashing Picasso (o, como diríamos nosotras, Picasso puesto como lazo de cochino). ¿Pero eso me hace dejar de disfrutar cualquier cuadro de Picasso? Por supuesto que no. Hay que ser verdaderamente idiota para creer que lo uno excluye lo otro y que, por tanto, después de ver esa exposición se deben prohibir todas las exposiciones de Picasso, o que debes sacar a Picasso de tu vida, o que (más imbécil aún), un Picasso no es una obra de arte. Como dije, es una necesaria admonición cancelatoria porque lleva 50 años sin ser revisado. Tenemos que vivir con eso: con la revisión histórica, con la crítica indispensable, con el señalamiento en ciertos espacios y, al mismo tiempo, con nuestra capacidad de disfrute estético.

Otra cosa sería que Picasso estuviera vivo, fuera un violador, algo así como todo un Salgado Macedonio con el poder que tiene ahorita en Guerrero, y que anduviera suelto. Entonces es un problema de justicia penal: habría que buscar su condena y también cancelar su capacidad de lucrar con su obra en el tiempo presente, hasta que sea procesado por las autoridades competentes, de la misma forma que se confiscarían las cuentas bancarias de otros criminales. Si esos otros criminales son excelentes artistas, o doctores, o chefs, no se trata de un juicio de valor de su trabajo profesional.

Lo demás es cotilleo de influencer narcisista para conseguir clickbaits, no una reflexión profunda de nuestros tiempos.





bottom of page